domingo, 23 de marzo de 2014

VIA VERDE y CASI ASCENSIÓN AL MONTE LONGITAS

      Amanece soleado. Aunque por Serantes está oscuro, negro. Nos mojaremos fijo. A las 8.00 horas empieza a llover. Empieza el intercambio de whatsapps, todos "queremos" anular la salida pero ninguno se atreve a ser el primero en decirlo. Así que por primera vez en muchísimo tiempo nos acercamos al punto de encuentro lloviendo. En la fuente de La Eskontrilla Iñaki, Jabi, Ángel y yo esperamos a Álex, que hoy será nuestro guía por una ruta que siguió hace ya algun tiempo y que nos llevará,, eso creíamos,  hasta la Casa de Juntas de Avellaneda.
     El quedar en la Fuente de La Eskontrilla por si el recorrido era otro hace que empecemos a pedalear hacia la sebería. Por el polígono Granada y atravesando la parte baja del barrio Golifar llegamos a Ortuella. Aquí atravesamos el paso a nivel y por la carretera vieja nos metemos un buen calentón, gentileza de Ángel,  ascendiendo a Gallarta dejando el Museo de la Minería del País Vasco a nuestra izquierda. Bajamos a la Vía Verde y con un pedalear bastante tranquilo vamos haciendo kilómetros por este marco incomparable. La lluvia parece que ralentiza nuestro pedaleo y ha transcurrido hora y media ya cuando llegamos al barrio de El Castaño donde hacemos nuestra primera parada. 


En el barrio El Castaño. Con otros habituales de la Vía Verde

De izquierda a derecha: Iñaki, Jabi, Ángel y Álex
 Ángel y Jabi no conocían esta parte del recorrido y, como nosotros hace ya tiempo, no paran de alabar el recorrido. Casi sin darnos cuenta y faltando 2 km para llegar al final de esta Vía Verde en la estación de Traslaviña giramos a la izquierda para, por carretera asfaltada, iniciar una ascensión que contribuirá a hacer más llevadero el frío reinante. Hasta 3 grados llegan a marcar los termómetros en esta zona.
Abandonamos la Vía verde. Subimos por asfalto

Las primeras rampas se hacen duras

Imposible quitarse el chubasquero


Atrás hemos dejado el asfalto
      Tras casi 3 km de ascensión en que Álex está practicamente seguro de seguir la ruta correcta iniciamos un descenso, momento en que debido a la intensidad de la lluvia vuelvo a ponerme el chubasquero que me quité en el barrio de El Castaño. Asímismo guardo la cámara en la mochila para evitar que se moje, razón por la cual no hay más fotos de esta salida.

     En contra de lo que creía Álex volvemos a ascender durante 500 metros, que debido al parón que he provocado al ponerme el chubasquero, nos duelen más de lo que es habitual. Finalizado el ascenso giramos bruscamente por una pista hormigonada a la derecha hacia abajo y, contra todo pronóstico giramos a la derecha por una pista de abundante hierba. 200 metros más adelante varios arboles desprendidos y la maleza existente nos obligan a volver sobre nuestros pasos hasta la pista hormigonada. Aquí disparidad de opiniones; Álex dice que hacia abajo, yo propongo ascender al inicio de la pista hormigonada y continuar por la pista que llevabamos antes. Pero el guía hoy es Álex, así que por unanimidad continuamos descendiendo hasta encontrar una nueva pista a derechas prácticamente igual que la anterior y en la que Álex, sin dudarlo ni un instante tampoco en esta ocasión se mete decidido. Deliberaciones, misma argumentación... y para adentro. Como en el caso anterior 200 metros más adelante volvemos sobre nuestros pasos. Los dos incidentes de la jornada se producen en este tramo. Ángel primero y Jabi después sufren dos caídas producto de las ramas que cruzan la pista, afortunadamente sin consecuencias.

     Volver al inicio de la pista hormigonada ya no es una opción, queda demasiado lejos y la opinión generalizada es descender hasta topar con alguna carretera o pista. Cuando llegamos a un mirador natural y vemos al fondo un pueblo, yo particularmente, me descoloco por completo. Pensamos si puede ser Avellaneda, que por su situación es lo más probable. Encajaría con los dos imtentos frustrados de Álex hacia la derecha... Yo sigo dando vueltas a la idea de que en algun momento debemos cruzar la carretera que sube de El Carral a Bezi cuandolo veo completamente claro: el pueblo es Bezi, y la carretera la que sube desde el Carral. Ángel es de la misma opinión, ratificada por el trazado peculiar de la carretera. No dudamos. Estamos situados. El tiempo sigue corriendo y decidimos bajar a la carretera. Una vez en ella ... hacia abajo. Uno de los momentos más desagradables de la jornada se produce en el descenso de este puerto por carretera. Bajo una insistente lluvia llegamos al barrio de El Carral completamente ateridos de frío. En la rotonda que da comienzo al puerto Álex me lleva por otra carretera cercana para enseñarme por donde baja la ruta que deberíamos haber seguido. Cuando le pregunto cómo llegar a Avellaneda me dice que ellos no llegaron, que desde aquí regreso a Sopuerta. En este momento  todas las piezas del puzzle encajan en mi cabeza. No se porqué razón había creído yo que el final de la ruta estaba en Avellaneda. Así que no teníamos que cruzar la carretera de Bezi. Misterio resuelto.

     No es el día de Álex. El bar al que nos lleva para tomar el cafelito... ¡cerrado! Así que no lo pensamos más y ponemos rumbo a El Arenao por la carretera de La Sota. Retomamos la Vía Verde y dudando si pararemos o no a tomar café llegamos a La Aceña, donde nos encontraremos al grupo que dejamos en El Castaño. Decidimos no parar, estamos completamente mojados, Álex anda un poco justo de tiempo y seguimos el camino de regreso hacia Trapaga. Al poco nos rebasa parte del grupo que estaba en La Aceña y poco más adelante otros cuantos integrantes del mismo grupo. Jabi me provoca: ¿les seguimos? no se si lo dice en serio o en broma pero entro al trapo y detrás mío el propio Jabi e Iñaki. Precioso calentón hasta la carretera que, cruzando la Vía Verde, sube a La Asturiana donde esperamos a Álex y Ángel.

     En Gallarta nos separamos; Jabi y yo paramos en Las Postas a lavar las bicis y el resto continúa por el bidegorri hasta casa. Otra vez más hemos disfrutado de lo lindo. Menos mal que siempre hay descerebrados para compartir el frío, la lluvia y... ¡el buen rollo!