sábado, 28 de mayo de 2016

XI IÑIGO CUESTA 2016

          Cuando a Iñaki Gorrotxategi se le mete en la vena la afición por la flaca, tiempo me falta para contarle mis películas sobre marchas cicloturistas Bilbao, Lagos, QH, ... Lagos atrae, mucho. Después de hacer la Bilbao enseguida buscamos la próxima. Sin embargo la inscripción para Lagos no termina de abrirse. Cuando hacía BilbaoBilbao y Lagos en 2006, 2007, 2008, ... acababa de nacer una marcha cicloturista que me atraía un montón. La Iñigo Cuesta, con salida en Villarcayo y periplo por La Matanela, La Braguía, El Caracol, ... ¡Lunada! Le comento a Iñaki y no duda un instante: "nos apuntamos" Y no contentos con ello le liamos a Oskar que se deja querer pero al final se anima. No es ninguna broma, 150 kilómetros y 2700 m de desnivel acumulado. Va a tocar currar duro para poder disfrutar en el día de la marcha. 

          Un desafortunado accidente laboral impide a Iñaki tomar parte en la prueba. Con gran pesar y muchísimo disgusto deberemos esperar a su recuperación para planear futuros retos. Después de varias tentativas fallidas para buscar sustituto y cuando pensábamos que íbamos Oskar y yo sólos descubrimos en Ieltzu el candidato ideal. 15 días atrás en nuestro test de cara a la marcha nos acompañan a Oskar y a mí Fernan, Ieltzu y su aita. Hace bien poquito que Ieltzu ha comenzado con la flaca pero a todas luces le ha enganchado. Cuando le comentamos para que se anime a acompañarnos a Villarcayo no nos contesta con una negativa. Un par de días después nos confirma su asistencia. ¡Vaya fichaje! 

A por ella
          Pasada la Pedales el pasado 8 de mayo sólo he tenido tiempo para la de carretera y no todo el que me gustaría. La responsabilidad es grande. El reto a superar aún mayor. La salida de Villarcayo es a las 8.30 horas y el corte será en La Lunada a las 14.00 horas. Cinco horas y media para recorrer 110 km pero con 2700 metros de desnivel. La apuesta es arriesgada. Pero si no hay riesgo no hay apuesta. Como en todas las marchas en las que participo el reto es TERMINAR, mucho más si es una en la que nunca he tomado parte. En los últimos meses mi estado de forma ha mejorado. Se asemeja a cuando volví de Noja el pasado verano con un peso de 98 kg. En enero me había puesto otra vez en 105. Cuando me subo al peso el mismo día de la prueba observo con sincera satisfacción que estoy en el peso: 98 kg. 

          Oskar por su parte le dedica todo el tiempo posible a la flaca también. A pesar de lo que en algunas salidas pudiese parecer, está fuerte. Más de 20 minutos me sacó en la Pedales. Aunque siempre se esté quejando y lloriqueando no tengo ninguna duda de que soy el más flojo de los tres. Ieltzu es punto y aparte. Como solemos decir, juega en otra liga. Su estado de forma es envidiable y como ha demostrado en numerosas ocasiones su camaradería y buen hacer están fuera de toda duda. Como bien he comentado antes, hemos realizado un gran fichaje.

          La víspera quedamos para meter las bicis en el coche. Decir adiós a la furgoneta supone que se me planteen dudas en la colocación de las bicis, si cabrán, ... no he tenido tiempo ni de meter la mía por lo que quedar la noche anterior nos dará seguridad y evitará molestos imprevistos de última hora. Ruedas desmontadas y las tres bicis en el maletero nos permiten que al día siguiente podamos levantarnos un poco más tarde, aunque no mucho. Son las 6.10 horas cuando Oskar y yo salimos de casa para recoger a Ieltzu en la suya. Buen madrugón pero... sarna con gusto no pica.

          Poco más de una hora nos llevará acercarnos a la localidad natal de Iñigo Cuesta. Por el camino y después de pasar El Cabrio, primera sorpresa desagradable de la jornada: llueve. ¡Joder! ¡y con intensidad! Que te llueva en una marcha es una putada pero que empieces la marcha lloviendo... ¡no tiene nombre! Afortunadamente cuando nos acercamos más a la capital de Las Merindades deja de llover y observamos que el asfalto está seco. 7.20 horas y aparcados. Me adelanto a retirar los dorsales de los tres y cuando regreso (no hay colas para recogerlos) nos vamos a tomar un café. Fichamos una fuente para llenar los bidones que he traído vacíos. ¡Estoy de los nervios! Oskar que siempre está vamos, vamos, ... En esta ocasión es todo lo contrario: si es pronto, pero adonde quieres ir tan rápido, ...

          Volvemos al coche sacamos y montamos nuestras bizis mientras Oskar no hace más que hablar de las bicis que ve a su alrededor. ¡Mira que funda! Seguro que vale más que mi bici. Una vez montadas las bicis observo a Ieltzu fumarse un cigarrillo relajadamente, no puedo dejar de sorprenderme, en el coche cuando subíamos bebía regularmente para hidratarse, como un pro... ¡y ahora!  ¡que tío! Durante la operación de montaje de las bizis ha comenzado a llover con cierta intensidad. Se acerca la hora de la salida y la parsimonia de Oskar no deja de sorprenderme. ¡que tengo que llenar agua! 

          Me adelanto hasta la fuente para llenar los bidones y cuando vuelvo en busca de los otros... ¡no están! ¡joder! Dos minutos para empezar y ya nos hemos perdido. Me pongo a cola de pelotón y decido esperar. Silbo, silbo otra vez. LLevar todos el mismo maillot no ayuda para buscar a alguien. Menos mal que Oskar se lo huele y viene en mi busca. ¡Ven! y me lleva a la POLE POSITION. ¿Pero que hacemos aquí? ¡Nos van a pasar por encima! Roberto Laiseka un poco adelante a nuestra izquierda. Iñigo Cuesta haciendo los honores para dar comienzo la Marcha. ¡me quito el txubas, ha parado de llover! Comienza la prueba. Ritmo contenido al principio. Se me olvida poner en marcha el pulsómetro, me doy cuenta dos kilómetros después.

Hoy estrenamos vehículo. Menor capacidad mayor comodidad.

Muchas ganas

En la parrilla de salida. Con los pros.
           Rodamos rápido por terreno favorable. Quizás un poco más rápido de lo que me gustaría pero asumible. Es difícil vernos todos iguales con la misma ropa. Nos fijamos en los cascos. No se cuantos participantes somos pero sí se que habían 600 plazas y no se han cubierto. En cualquier caso me parece que somos demasiados rodando muy rápido. Cuando llevamos alrededor de 6 km de prueba una especie de guardias tumbados nos pegan un buen susto y seguido Oskar constata con pesar que ha pinchado. Evidentemente empieza a jurar. Me dice que tire, que siga. Dudo. Dudo durante demasiado tiempo hasta que Ieltzu (bien por tí) me dice: "¿no vamos a parar?" Es como si me hubiese despertado de repente. Pues claro, ¿como puedo estar pensándolo? Las dudas nos hacen avanzar unos cientos de metros hasta que conseguimos parar sin molestar. Dejamos pasar a todo el grupo y volvemos en busca de Oskar. Cuando nos reunimos con él está al borde de un ataque de nervios. ¡Como me hubiese arrepentido si no llegamos a parar! Nos pide desmontadores. En su nerviosismo, al abrir la bolsa ha tirado uno por el barranco... Le veo tan fuera de sí que me hago cargo de la situación, le cojo la rueda, quito la cámara vieja, Ieltzu me pasa la nueva la monto en un pis pas y cuando Ieltzu se va a poner a meter aire llegan las asistencias que vienen de atender dos pinchazos más. ¡pues sí que...! Con la Bomba de taller meten la presión requerida en un santiamén y le colocan la rueda al afectado Oskar que sigue sin dar pie con bola, no sin antes hacer un comentario sobre las zapatas que nos deja... intrigados.

          Bueno, toca dar pedales y entre tres siempre será más ameno. El terreno es favorable y pronto cogemos un ritmo que nos permite avanzar adecuadamente. Oskar sigue descolocado, descentrado. En un momento puntual se le sale la cadena y es incapaz de volverla a poner en su lugar sin detenerse. Cosa que hacemos enseguida para retomar la marcha de inmediato. Seguimos haciendo kilómetros. No llevamos 20 de marcha y ahora es Ieltzu el que pincha. ¡Increíble! ¡Nos ha mirado un tuerto! El chófer de la ambulancia y el del pequeño autobús que han venido pegados a nuestra espalda estos últimos kilómetros, no dan crédito. Nosotros tampoco. Pero no vale de nada lamentarse. Nos ponemos con la reparación (esta vez no hay coche de asistencia) y en menos de cinco minutos somos capaces de continuar ruta. Siempre y cuando la rueda recién reparada de Oskar no se hubiese vuelto a pinchar. Esta vez Oskar se lo toma a risa. ¡no me lo puedo creer! exclama mientras no puede dejar de reirse. Debo sacar una de las tres cámaras que había traído ya que Oskar sólo llevaba una de repuesto. No transcurren 10 minutos desde el pinchazo de Ieltzu y ya estamos de nuevo dando pedales. ¡No puede pasarnos nada más! Si las esperanzas de alcanzar a los rezagados del pelotón se nos antojaban ya remotas ni que decir tiene que ahora ni pensamos en ello. ¡Toca rodar!

          LLegamos a Santelices. Casi una hora de prueba, 22 kilómetros recorridos y tres pinchazos sufridos, a ver quien lo supera. Un pequeño puerto de unos tres kilómetros ralentiza nuestro pedaleo y aumenta nuestros jadeos, al menos los míos. La subida hasta La Matanela, primer puerto de la jornada es una incógnita para mi. Estoy convencido de que no puede ser demasiado dura pero el desconocimiento me hace ser precavido e intentar mantener un ritmo exigente pero que no nos vacíe en demasía. Ieltzu es quien hace la mayor parte del trabajo y a quien le tenemos que agradecer Oskar y yo el poder mantener las expectativas de poder superar el reto que supone terminar la Iñigo Cuesta. Cuando faltan unos kilómetros para completar los 30 pedaleados entramos en la N-232 dirección Cantabria. La seguiremos hasta poco antes de coronar el Puerto del Escudo para abandonarla por su derecha en dirección al Puerto de La Magdalena primero, y al de la Matanela después. Dos kilometros de ascensión después de dejar la N-232 harán que nos topemos con el primer avituallamiento del día. Voy bien de agua, no queda nada de subida y aprovecharé para comer una barrita mientras pedaleo. Ieltzu y Oskar optan por detenerse y repostar adecuadamente mientras yo termino de ascender un pequeño repecho y por una sinuosa carretera con pendiente favorable voy avanzando al tiempo que me alimento. Unos 16 kilómetros de descenso prolongado me dan la seguridad de que Ieltzu y Oskar no tendrán ningún problema en alcanzarme, mi habilidad en los descensos es nula. 

          Cuando al poco me alcanzan observo cómo levantan el pie y hacen esfuerzos por esperarme. Con lo que les gusta bajar y se quedan a esperar a un torpe como yo.... ¡gracias chicos! 16 kilómetros hacia abajo dan margen para recuperar de casi dos horas de pedaleo exigente. Descenso por un firme sensacional y con nada de tráfico. Terminamos de disfrutar del descenso y sólo cuatro kilómetros nos separan de Vega de Pas, lugar donde dará comienzo al "primer" puerto serio de la jornada, La Braguía, 6 kilómetros de ascensión moderada en el que Ieltzu vuelve a demostrar ser el mas fuerte o el que más sobrado va y Oskar se empeña en no dejarme sólo en ningún momento. ¡que lujo de compañía! Yo por mi parte intento llevar un ritmo que me permita mantener la dignidad. 30 minutos nos lleva ascender esta tachuela y ahora sí, me detengo a repostar.  Es la primera ocasión en toda la marcha en la que vemos participantes, así en plural. Hasta ahora hemos adelantado a media docena de ellos pero desperdigados por ahí, en solitario. ¡Aquí hay juntas por lo menos 10 personas! Lleno bidones, dos platanos, dos pasteles de manzana, ... Oskar mete presión a los neumáticos, Ieltzu hace lo propio con la ayuda de un voluntario y su bomba de pié. Continuamos nuestro pedaleo. 8 kilómetros cuasta abajo nos separan de la próxima ascensión. 

          Ieltzu nos ha advertido esta mañana que estemos atentos, que su aita (desde Noja) quizás se deje caer por las inmediaciones para compartir un trozo de ruta con nosotros. Oskar y yo salimos antes que Ieltzu del avituallamiento y es mientras iniciamos el descenso de La Braguía cuando Oskar ve al aita de Ieltzu. Éste también le ve pero el momento no es bueno, coincide con una curva, ... el caso es que no podemos avisarle ninguno y a pesar de haberle visto no podemos compartir pedaleo. Ieltzu nos alcanza un poco más adelante y juntos otra vez (realmente Oskar y él un poco por delante) alcanzamos la pasiega localidad de Selaya desde donde iniciaremos el ascenso al Campillo y poco después al Caracol. Dos puertos en uno con una totalidad de 10 kilómetros pero separados por un breve descenso de un kilómetro, dos después de haber comenzado su ascensión. Mis recuerdos, otra vez más, no eran equivocados. Durante la subida al Caracol soy consciente por primera vez en todo el día de que quizás no logre superar el reto de llegar a La Lunada antes del cierre de control establecido a las 14.00 horas. Tanto en la subida de La Braguía como en la del Caracol Ieltzu y Oskar me comentan que hago cambios de ritmo, que pego acelerones, ... No soy consciente de ello. Creo que aprovecho la disminución de la inclinación de la pendiente para bajar un par de coronas y aumentar un poco el ritmo... pero ayudado por lo favorable del terreno. Creo que mis explicaciones no convencen a ninguno de los dos.

          Cuando falta poco para coronar El Caracol 55 minutos después de haberlo iniciado, Oskar padece sus primeros calambres y llega al avituallamiento del alto poco después que nosotros. Como siempre Ieltzu, fiel escudero al lado de quien le necesite, no nos deja en ningún momento, estando permanentemente pendiente nuestro. 
Sufriendo en El Caracol
           En El Caracol hay que coger agua y repostar en condiciones. Hasta el Puerto de La Lunada no tendremos ocasión de hacerlo. Oskar se adelanta, se ve justo y quiere ir haciendo camino con la certeza de que le cogeremos poco después. ¡Visionario él! 5 kilómetros de espectacular descenso nos dejan en las afueras de San Roque de Riomiera, donde comienza la ascensión al "coco" de la jornada. 13 kilómetros y hora y cuarto para llegar arriba antes de las 14.00 horas. No vemos a Oskar. Ha hecho camino y pienso que tardaremos en alcanzarle. Un kilómetro después de comenzar el puerto los dispositivos electrónicos nos indican que ahí comienzan las mediciones para ver quien consigue el KOM en el día de hoy en este puertaco. Esa no es nuestra guerra hoy, por si alguien tuviese dudas, jejeje...

          Vemos a Oskar ahí delante y al llegar a su altura se para, me pide una cámara y se baja de la bici. "No puedo más. Tirad vosotros y cuando me alcance el autobús me subo". Le veo roto, serio. Yo siempre soy de animar, de insistir, ... pero le veo con la decisión tomada, estoy seguro de que no le convenceré, no lo intento. Me paro, saco la cámara, le animo, ... No se que decir.

          Ieltzu y yo vamos juntos hacia adelante. Le digo que arree, que se pire, que no vamos a llegar antes de las 14.00... Pasa de mi, me espera, me dice que beba, que regule, ... ¡grande Ieltzu! Cuando llegamos a la parte más occidental de la subida, cuando ya rozamos los 105 kilómetros recorridos... mi pierna izquierda dice basta. Ya antes, al poco de dejar a Oskar ha estado a punto de  agarrotarse completamente pero cambiando la postura del pedaleo he superado el momento crítico. En esta ocasión no lo consigo. Es curioso, ahora que esto escribo me doy cuenta que en ningún momento pasó por mi cabeza la idea de no poder continuar, y eso que estaba jodido eh... No podía estirar, no sabía como. Después de varios intentos fallidos en los que lo único que consigo es que estén a punto de acalambrarse otras zonas de mi cuerpo me monto en la bici y continúo pedaleando. Muy despacio, despacísimo, ... Hace un rato, en una revuelta nos ha parecido ver a Oskar. No puede ser comenta Ieltzu, sube demasiado bien... Afortunadamente Ieltzu se equivoca y poco después me advierte que Oskar está ahí atrás. ¡¡¡¡¡¡¡¡¡Mákina!!!!!!!! que capacidad de sacrificio, de superación, de esfuerzo, ... ¡que mérito! ¡grande Oskar!

          Nos pide agua. Se la pide a Ieltzu. Ambos abusamos de él y él se deja. Baja adonde está Oskar y le da agua. Vuelve a acercarse hasta donde estoy yo, me pregunta cuanto falta y le digo que unos dos kilómetros desde la curva. Se interesa por si necesito agua o algo y al contestarle que no me dice que se pira, que arrea, que aprieta. ¡dale Ieltzu! ¡disfruta! A ver si consigues llegar antes de las 14.00 horas.

          Miro para atrás. No veo a Oskar. Se que está ahí pero no le veo. Pienso en las 14.00 horas, No hemos salido a las 8.30 me digo, eran casi menos veinte. Me intento dar explicaciones que sirvan para argumentar por si me echan de la marcha. ¡Está tan cerca! Aprieto. Me pasa una ambulancia. Estoy de la ambulancia hasta los huevos. 40 kilómetros detrás nuestro al principio y ahora otra vez, tocando las pelotas. Me veo fuera de la prueba. Me la pela. El menda no monta en el bus ni por el forro. ¡joder! ¡si ha sido por mala suerte! Veo a Ieltzu ahí delante. Por un momento pienso que le puedo coger. Veo visiones. Estoy loco. En los últimos 200 metros metros un aficionado además de animar me empuja durante unos cuantos metros, alucino. Veo como se apaga el crono del KOM. Por un momento pienso que me echan de la marcha, no doy crédito. Por lo menos Ieltzu lo ha logrado, pienso. No, no me echan. El apagado del crono habrá sido una casualidad. Son las 14.04 horas. Me emociono. Cojo una coca-cola que me meto de un trago. Ahí llega Oskar. Bravo. Es alucinante. No hay palabras para describir la emoción que siento en esos instantes. Otro pastel de manzana, me lo he ganado. Ieltzu, Oskar, sois los putos amos!!!!!!!!!!!

          Transmitimos entusiasmo, alegría, emoción, ... Ieltzu se acuerda... ¡vamos a sacar una foto no! Cuando nos serenamos un poco nos damos cuenta de que nos quedan algo más de 40 km por delante. Pregunto a los voluntarios...¿algún repecho cabrón en estos 40 kilometros de bajada? Un par de ellos, me dice uno. Pero poca cosa, insignificantes. Pues nada,...toca disfrutar. Pero no va a ser posible en la bajada de Lunada. Asfalto roto, por el hielo, por el frío, ... bajada desagradable. Después de 9 km de descenso llegamos a Las Machorras y vemos un gran grupo parado a la derecha, unas 20 o 30 personas. Yo estoy de subidón, poco a poco me vengo arriba y aumento el ritmo. Voy en cabeza. Ieltzu que se había adelantado se ha detenido en Las Machorras para tomar un gel. Miro por el rabillo del ojo y no veo a nadie. Me dejo ir... Pues no vienen, ... vuelta a buscarles, ¿habrán pinchado? Veo a Oskar andando, los calambres no le han abandonado y yo estoy como una tapia, no he oído sus gritos. Tendremos que ir más despacio. 
        
Lo difícil ya ha quedado atrás. A disfrutar!!!!!
          Ieltzu vuelve a tomar las riendas y nos hace el trabajo sucio. En Espinosa de Los Monteros giramos a la derecha y unos 8 kilómetros después volvemos a hacerlo esta vez a la izquierda. 15 km para acabar y debemos ponernos los txubas. Granizo. Tanto que me paro bajo unos árboles. ¿que andas? me gritan estos. Pues nada, confiemos en que pare pronto. El granizo se termina rápido pero la lluvia persiste. Los km van cayendo. Un participante se ha unido al grupo. Un poco más adelante van dos, les cogemos. Nos damos relevos. Los km van cayendo. Me vengo arriba y doy un relevo cuando más viento en contra hace (eso me parece a mí). Los calambres vuelven a aparecer, estoy tonto. 

           Estos últimos 15 kilómetros de la marcha los hacemos muy rápidos. Rapidísimos. Cuando entramos en meta la satisfacción es enorme, indescriptible. No son todavía las 15.25 horas. Llamada de teléfono. Todo bien. Vamos a jamar. Mensaje al grupo, a Iñaki....LORTU DUGU!!!!!!!  
Reconstituyentes
            Toca guardar las bicis y ducharnos. ¿Tendremos papeo todavía? Agua caliente en una única ducha es uno de los pocos inconvenientes de llegar tan tarde, a cambio los vestuarios estaban vacíos. Las bromas, las risas, el buen rollo, ... Dejamos las bolsas en el coche y vamos a jamar...parece que se ha acabado la paella...no, todavía queda. Dos platos de pasta y otro más de paella me dan la fuerza suficiente para proponer a estos ir a sacarnos una foto con Iñigo Cuesta. Mira, si está ahí Laiseka. Dos pájaros de un tiro. Dos ejemplos de profesionalidad y de ciclismo en estado puro. 

           Después de tomar unos cafeses en el poli de Villarcayo nos vamos a ver el final de etapa del Giro tomado otro cafelito. LLega el momento de saborear lo vivido, de disfrutar de los comentarios. De ver como suben los pros comparándonos con nosotros. Hoy ha sido un día especial. Un día grande. Día de retos superados. La ilusión de superarse uno mismo no debe verse condicionada por nada ni por nadie. Llevo varios años proponiéndome retos que a priori parecen inalcanzables para alguien como yo. La ventaja que cuento para superarlos es que nadie me conoce como yo mismo. Llegará un día en que no sea capaz de superar el reto propuesto, propuesto por mi mismo.Mientras ese día llega solo queda... DISFRUTAR.

          Disfrutar y despues de pedalear seguir pensando al llegar a casa ¡que bien! ¡otro día más! otro día más GOZATZEN!!!!!!!
Un grande entre grandes. Roberto Laiseka

Otro grande. Iñigo Cuesta


Nota: Vaya desde aquí mi reconocimiento y admiración al trabajo realizado por todo el elenco de voluntarios y miembros de la organización que han conseguido que hayamos podido disfrutar de un día tan intenso de BIZI. Muchas gracias por todo.