jueves, 9 de junio de 2016

RAMALES - UBAL (hasta Ramales con Iñigo)


          Semana de vacaciones para mi. Muchos proyectos en mi cabeza que se quedarán ahí definitivamente. Hay realidades que urgen más. 5 años en nuestra nueva vivienda son los que llevan las ventanas demandando una buena capa de barniz. Demasiada pereza para unas cosas y sin embargo para otras... La estancia en Noja para exprimir la flaca queda a un lado y me pongo con las ventanas. En ello ando cuando el pequeñin Iñigo Corpas  me recuerda que otro de los proyectos para esta semana era dar un PASEO con él sin prisa, comiendo por ahí, haciendo kilometradas. Va a ir el miércoles en ese plan... GOZATZEN!!!! Lástima, ¡putas ventanas!, otra vez será. Cuando le llamo al día siguiente por la tarde para preguntarle por la rutaza me comenta que se ha rajado, que irá el jueves. ¿puedo ir contigo?... le pregunto. ¡Vete a tomar pol culo! es la respuesta ya conocida. Quedamos para salir pronto, pero no tanto como me hubiese gustado a mi. Las 8.00 es la hora de kdada. 

          A ultimísima hora de la noche me entero de que circustancia personales me impedirán acompañar a Iñigo en la totalidad de su paseo hasta el Portillo de la Sía. Decido que le acompañaré hasta Ramales y ascendiendo por Los Tornos a Lanestosa, subiré Ubal volviendo por Carranza. 
          No recuerdo muy bien por qué las 8.00 se convierten en las 8.15 y no por culpa mía. El objetivo del día es disfrutar así que un retraso de nada no va a ser lo que nos empiece a empañar la jornada, y mucho menos si el culpable es el Txikitin. Aprovecho para llenar los botes en la fuente de Arkotxa y en cuanto aparece Iñigo emprendemos la martxa.

          La N-634 será la carretera por la que emprenderemos nuestra ruta hasta llegar al bidegorri. Le informo a Iñigo de mis "limitaciones" para poder acompañarle en la totalidad del recorrido. Habrá más días nos comentamos, pero hoy se trata de disfrutar de este. Ritmo tranquilo es la consigna. Y a fé que lo cumplimos, sólo hay que comprobar los datos del pulsómetro.

         Día espectacular en todos los sentidos. Día limpio, soleado con unos colores impresionantes que acompañados del poco tráfico habitual en esta carretera de Sopuerta hace que podamos recrearnos de manera especial en el entorno que nos rodea. Despacio, tranquilo, disfruta, suave, ... es una cantinela  que nos diremos a lo largo de toda la mañana. El hecho de empezar por la N-634 hace que a pesar de nuestro ritmo tranquilo nos presentemos en El Peso en menos de hora y media. Es increíble lo mucho que se puede disfrutar yendo tranquilos por lugares en los que habitualmente, como no dispones de tiempo, vas a toda h. La subida al Peso y posteriormente la de La Escrita son momentos ideales para acomodar el pedaleo al ritmo de conversación que nos hemos propuesto hoy, ello hace que nos fijemos en detalles en los que habitualmente no nos fijamos.

          Cuando coronamos el alto de La Escrita no puedo evitar sorprenderme una vez más del idilico paisaje que contemplan nuestros ojos. El valle de Karrantza a nuestros pies. El descenso hasta Ramales nos llevara poco menos de tres cuartos de hora, la mayor parte de ellos de dejarnos llevar. Llega el momento de decir adiós a la compañía de Iñigo. De común acuerdo hemos decidido desayunar en Ramales, me pregunta si me gusta el dulce... ¡vaya dos golosones que nos hemos juntado! Claro Iñigo, ¿pues? Conozco un sitio, me dice. El rato que pasamos a continuación en una terraza en ramales acompañados de sendos pasteles y la bebida correspondiente.... ¡no tiene precio! Tenemos ocasión de sañudar desde allí a un par de vecinos de Trapaga que... ¡no se detienen! desde luego... 

Nuestras caras lo dicen todo

Repetiremos pero sin restricciones
          Ninguno de los dos tiene ganas de levantarse. Tiempo ha que hemos terminado ya el desayuno pero estamos tan a gusto que remoloneamos, a fin de cuentas son pocas las ocasiones en las que el dictador Tiempo no nos condiciona. Pero debemos continuar. No nos queda otra si, en mi caso debo llegar a tiempo a mi cita vespertina y en el caso de Iñigo llegar antes de que se haga de noche, jejeje...
Nos despedimos deseandonos suerte mutuamente y prometiéndonos repetir esta "incompleta" experiencia. 

          Y emprendo mi solitario peregrinaje en busca de un viejo conocido, Ubal. Rebuscando en lo más profundo de mis recuerdos logro acordarme de que la única vez que lo ascendí fue por la vertiente de Karrantza y volví a descender por el mismo lado. Esto quiere decir que una vez superado el inicio del puerto de Los Tornos, conocido como El Tornillo, y llegado al mas occidental de los municipios vizcainos, Lanestosa, cuando gire a la izquierda me encontraré en territorio inexplorado para mí. Un aliciente para redondear una jornada que supla el no poder acompañar a Iñigo. 

          Saliendo de Ramales por la ruta de Carlos V, 2 kilómetros de herraduras y 3 más de inapreciable ascenso me dejarán en Lanestosa, el municipio más pequeño de Bizkaia. Y aquí comienza lo que es propiamente Ubal. Casi 5 km de subida con un par de rampas del 10 y 11% y tres curvas de herradura. Carretera estrecha en su comienzo que poco a poco va cogiendo más entidad. Me encuentro bien. No hace ni 15 días que realizamos la Iñigo Cuesta y las sensaciones son buenas. Cuando llego al alto me detengo a recrearme con el paisaje y a obtener estas instantáneas.

Otra cima al zurrón

Día de calor
          El descenso hacia el valle de Karrantza es un disfrute total. Me lo tomo con tranquilidad. Si habitualmente bajo despacio... aquí ni te cuento. Aunque vine una vez por aquí... todo es nuevo para mi. Mientras... Iñigo sigue haciendo camino, según pude comprobar después el animal del txikitin se presenta en el alto del Collado de Asón en poco más de una hora, prácticamente el mismo tiempo que tardo yo en coronar Ubal pero con una pequeña diferencia, ... De Ramales a Ubal hay unos 10 km mientras que de Ramales al Collado de Asón hay... ¡más del doble! Como debió disfrutar en la subida del Asón para darle tanta cera. Siguiendo en mi labor de investigación veo que la Sía se le atraganta y sus tiempos son mucho más "normales" y acordes con el espiritu de la jornada... tranquilidad. Mas tarde me reconocería por lo bajo que había pagado en La Sía el precio de subir dandole tralla el Asón.

La paliza va por dentro

Espectacular Asón

Pero si no has llegado arriba... jajajajaja

Molinos en La Sía
          Yo por mi parte comienzo la subida a La Escrita con el ánimo alto. Tengo la sensación de llevar un ritmo alegre a la vez que cómodo. Esto resulta ser así al principio. Mira que es fácil La Escrita... pues siempre se me hace largo, muy largo. Cuando lo corono me encuentro vacío y busco en mi memoria algún lugar en el que pueda refrescarme, comer algo e hidratarme adecuadamente. Mis pensamientos van también hacia Iñigo... ¿habrá coronado ya La Sía? ¿estará disfrutando? ¡que envidia! 

          En Villaverde de Trucios, después de bajar La Escrita veo un bar a mi derecha, no lo dudo... para adentro. Pido una Coca Cola y le pregunto a ver si tiene algo de comer... me enseña unos sobaos y unas magdalenas... pues me meteré un sobao... debo de tener una cara tan descompuesta que me ofrece unas aceitunas... a pesar de que rehuso el ofrecimiento me las sirve y me las zampo sin compasión.... oye, yo creo que me reviven. No tenía la experiencia de las aceitunas para recuperar fuerzas pero me la apunto para una próxima vez que espero no se repita. No he contemplado ni siquiera la posibilidad de acercarmen a la capitana tal es mi cansancio. No quiero desviarme ni un ápice del camino más corto. Llevo casi 100 km en las patas y algo no he hecho bien porque estoy muettto...

          Iñigo por su parte me cuenta que disfruta bajando la Sía y parando a hacer fotos. Cuando de regreso pase por el lugar en que yo me encuentro ahora llevará en sus patas la friolera de 150 km, casi 60 más que yo... menos mal que no he ido con él pienso. Descubro con sorpresa que no ha podido evitar parar de nuevo en la pastelería de Ramales donde hemos desayunado... ¡golosón!!!!! ¡hay que nutrirse, di que sí, Iñigo!

          La subida al Peso parece una penitencia y en el resto del regreso intento ahorrar toda la energía que puedo porque voy vacío. Iñigo mientras tanto vuelve a desviarse a Sopuerta para volver a hidratarse, ha quedado allí con un buen amigo suyo. Se nota que está disfrutando. Si estuviera la mitad de fundido que yo no pensaria en dar rodeos innecesarios... 

          Y poco más que contar... Es una pena que no surjan más días como estos y mucho más que cuando surjan ocurra algo que te impida la disponibilidad absoluta. Pero lo que no cabe ninguna dudad es de que estas rutazas, que no cabe ninguna dudad de que disfrutamos a tope realizandolas en solitario, son muchísimo más satisfactorias cuando tenemos el gustazo de compartirlas con gente tan agradable como el txikitín... esto sólo cuando no se mete conmigo... Casi 190 km que se ha metido entre pecho y espalda, yo 30 menos... ¡Hay que repetir!