sábado, 10 de mayo de 2025

LA CANTABRONA 2025 (Crónica de Pedro)

Después de las diferentes pruebas del calendario en marzo y abril, por fin llega el primer “hueso duro” de la temporada. Al mantener la inscripción del año pasado, tras el cambio de fecha (acabaría haciendo la corta en esa ocasión) tenemos inscripción + maillot para la edición de este año.

La versión Larga de esta marcha se me viene resistiendo. Suspensiones por la pandemia, lesiones, cambios de fecha… Quiero quitarme ya la espinita de una vez y no esperar otro año más. La temporada “Cycling” con Rafa empezó en noviembre de cara a preparar esta y otras pruebas. Aunque siendo completamente honesto, creo que el resto de años no hubiera conseguido acabar la Larga, este año es el primero que me veo tanto física como mentalmente preparado.

La previsión del tiempo no es muy alentadora. De hecho, Iván M. se piensa mucho hasta última hora si ir o no. Llega el día de la marcha, alarma a las 5, desayuno, y a las 6 ya estoy en carretera dirección Polanco. Apenas una hora de trayecto, aparcar el coche en una de las campas habilitadas para ello, recoger el dorsal e ir ultimando los preparativos.

ENLACE AL TRACK

Voy bastante abrigado para ser 10 de mayo, chaqueta de invierno impermeable, culote largo que repele el agua, gorro debajo del casco, guantes, calcetines de lana merino y punteras. En la salida se ve mucha gente que va en modo primavera (culotes cortos, algún maillot corto, gente sin guantes). En los momentos previos a la salida, mando la rigurosa foto de salida a allegados, familiares y BTTANDO. Me tomo una guayaba y un gel de cafeína para salir con un poco de “punch”. Tras la traka de salida, a las 8:33 (con 3 minutos de retraso sobre la hora prevista) ya estamos rodando. 

Lo malo de ir en una marcha tan numerosa, es que no sabes si la rueda que llevas delante es la buena o no, si va a ir a la Corta o va a ir a la Larga… Poco más de 20 minutos después de empezar la marcha, oigo una voz que me resulta familiar. Es Iván M. que finalmente ha venido a la marcha. Va rodando con Ieltzu, al que conocía de oídas, pero no en persona. Iván me pregunta qué intención tengo, le contesto que la idea es ir a la Larga. Ieltzu comenta que viendo cómo voy vestido, se nota. Voy un rato a rueda de Iván, adelantando y esquivando a algunas personas, hasta que en un repecho se me van y decido no seguirles ni apretar demasiado.

Seguimos rodando en pelotón y ya vamos por la zona de Puente Viesgo (km 18 de la marcha) la media casi de 28, aunque ya sabemos que en mi caso irá bajando. Recuerdo el consejo de Fernan (Sestao) que intentase aguantar en grupo hasta Selaya y si no, mínimo hasta el km 25 (donde empieza el Alto de San Martín). A diferencia del año pasado, el ascenso de San Martín se me hace muy ligero (no llevo el track cargado en el Garmin porque consume mucha batería y me da que, aunque esté cargado al 100% no duraría toda la marcha) pero sí que tengo la sensación de que estoy yendo un punto por encima del que debería (llevo 152 de pulso medio).

Bajamos hacia Villacarriedo y tras unos kilómetros de falso llano llegamos a Selaya donde empieza ya sí, el primer puerto en condiciones de la marcha, el Alto del Caracol (10,5 km). Lo he subido por esta vertiente con esta, ya 3 veces. Recuerdo el descansillo después del km 2, lo que no recordaba es que en ciertos puntos también suaviza bastante. Llevo 2h30 cuando corono el Caracol y … se pone a llover. No chirimiri, sino que el suelo se moja. Por no meterme en el avituallamiento a por agua, han dejado garrafas en el arcén para que la gente se sirva. Relleno los bidones y le echo los polvos mágicos de Panoramix, en este punto es decidir si ir a la Corta o a la Larga.

Descenso del Caracol y voy con todo, a la Larga. En este punto no llueve, de hecho, veo unos 16º en el Garmin y ya hace rato voy notando que no transpiro bien y no evacúo bien el sudor. Después de pasar el núcleo de La Concha (donde ya empieza la carretera rugosa) seguimos ascendiendo y miro las nubes, parece que por arriba está feo. Un paisano me dice “No mires las nubes que no va a llover”. Un poco más delante, me acordaría de él. Empezó a llover lo que no está escrito, parecía un aguacero o una tormenta. Empiezo a ver que la gente se está dando la vuelta para volver al desvío del Caracol y hacer la marcha Corta. De 16º la temperatura fue bajando hasta quedarse en 5º. Sube un coche de la Organización, y junto con otra persona que estaba haciendo la ascensión conmigo (llegó un punto que le perdí de vista, no sé si se daría la vuelta) nos preguntamos si la suspenderían, o mandarían darse la vuelta.

Sigue y sigue bajando gente. Alguno comenta que arriba estaba granizando. La verdad es que había aviso amarillo por tormentas y granizo en la Zona Norte de Burgos para las 12 y lo han clavado. El bus escoba está subiendo el puerto también. Me da que hoy hace un completo. A falta de 2 km para coronar Lunada, veo a un fotógrafo resguardado bajo el paraguas y le digo “Sácame bien que esta foto la voy a enmarcar en casa”. 

Un poco más adelante, veo una especie de altar improvisado, con flores y fotografías de las personas que fallecieron en coche hace no mucho en este mismo puerto. Pelos de punta. Coronamos Lunada, en ese punto no hay avituallamiento, sino que está ubicado abajo en Las Machorras. Me hago un selfie en el cartel del puerto, el cual está renovado. Llevamos 68 km con 2000+, todavía quedan 100 km para meta y 1400+

Dos chavales (también abrigados) me piden que les saque una foto. Me preguntan qué voy a hacer. Comento que sigo hasta Las Machorras, que voy a bajar despacio y que ahí ya veré qué hago. Bajando Lunada, mala señal, empieza la tiritona. Las manos se me quedan frías y apenas acierto a accionar los cambios de la bici. La braga del cuello está empapada y no tiene sentido ponérsela en la boca. Como no remonte la situación me voy al palco. Llego al avituallamiento de Las Machorras y bueno, diría que el bar hizo el agosto con la cantidad de ciclistas que había allí. Desde el avituallamiento comentaban que no sabían si el bus iba a volver o si cuando se llenase, se llenó y adiós muy buenas.

Como algo en el avituallamiento y en un arranque, empiezo a subir La Sia. La verdad que aquí la temperatura ya marcaba 10º y hasta ha salido el sol en algunos momentos. En este momento pasa el bus escoba, ni me pregunta ni me ofrece subir. De todos los puertos de la marcha, creo que La Sía fue el que más cómodo subí. A menos de 1 km para coronar empiezan a caer unas gotas. Otra foto en el cartel de La Sia y pensando ya en bajar a Arredondo, con cuidado que la carretera estará mojada. 

Me pongo las gafas para el descenso, y veo que hacia la derecha (en dirección Laredo-Castro) está muy oscuro, de hecho, tengo un mensaje en el móvil advirtiéndome de que allí está tronando. Pero para la izquierda (dirección Arredondo) la verdad que las nubes son blancas y no tiene mala pinta.

Bajamos a Arredondo y tras un largo descenso, ya estamos para subir Alisas. Aunque luego desde arriba de Alisas quedan 50 km a meta, mi mentalidad es que si corono Alisas, ya está prácticamente todo hecho, salvo avería mecánica o causa mayor. Van cayendo los kilómetros, aunque tengo un par de momentos malos a falta de 3 km y a falta de 1 km. Aquí está totalmente despejado y el sol casca que no veas, veo más de 20º en el Garmin (¿cómo afrontas algo así?). Paramos en el avituallamiento, recargo los bidones y como algo. Nos comentan en el avituallamiento que tenemos lo mismo que los primeros. ¿Señal de que no ha pasado mucha gente por allí? Veo que Iván me ha mandado un mensaje, lo escucho y me comenta que ellos se fueron para la Corta, que ya estaba duchado, comido y de camino a casa. Foto de rigor en Alisas también. Quedan 50 para meta, llevamos 3000+

 

(Natxo, en esta ocasión, Alisas no acaba en el Mirador)

Descenso de Alisas, ahora queda lo que a la larga sería la peor parte. Muchos kilómetros de llaneo, con algún repecho puntual, hasta que llegamos a la última subida del día, el Alto de la Montaña. Subo ya por inercia, porque las piernas no daban para mucho más. Coronando La Montaña, me encuentro con los de la foto de Lunada, me comentan de ir a relevos hasta meta los 3, pero rechazo amablemente diciendo que no doy para más, que llegaré a mi ritmo. Por suerte, aquí sopla a favor y los kilómetros finales caen solos.

El último repecho, antes de entrar en Polanco. Llego y están ya desmontando el arco de meta, están el fotógrafo y poco más, ni siquiera están dando las medallas. Entro al Polideportivo, pregunto por las medallas y me dicen que están en una caja y que coja una. Misión cumplida. Aviso de que he llegado, mandando la rigurosa foto mordiendo la medalla.

Comí una ensalada de pasta y un poco de pan, lo cual se agradece después de todo el día a base de geles, barritas de gominolas y guayabas. (Son más de las 17:30) Me quedo al sorteo, del cual me voy con las manos vacías como suele ser ya tónica y sin ducharme ni nada, vuelvo al coche. Mientras estoy cargando la bici, empieza a llover de nuevo, pero después de lo que me llovió hoy no tengo ninguna prisa en montar la bicicleta y arrancar para casa.

A la noche y una vez ya en casa, Iván me mandó otro mensaje diciendo que solamente habíamos terminado la Larga 25 personas, que un conocido suyo conoce a alguien de la organización y le había trasladado ese dato. 

Y por fin, pude acabar la versión Larga de La Cantabrona. A día de hoy, si me preguntas si volvería, te diría que no. Pasado un tiempo, quizá mi respuesta cambie, pero...