sábado, 20 de abril de 2024

LEBANIEGA 2024 (Crónica de Pedro)

 Este sábado 20 de abril se ha celebrado en Potes la Lebaniega Jubilar Bike 2024, a diferencia de otros años que era a mediados-finales de septiembre. Por un lado, abril es mejor fecha para una marcha ya que en teoría tienes mejor punto que a finales de verano, aunque, por otro lado, la temperatura en estas fechas puede ser una lotería. Por suerte, los pronósticos adelantan un buen día para la práctica del ciclismo.

El día anterior a la marcha ando un poco apurado para no salir muy tarde después de trabajar, en mi cabeza me he puesto las 16:30 como hora límite, teniendo en cuenta que es viernes y mucha gente marchará a segundas residencias a Cantabria. Son las 16h cuando ya estoy en carretera y por suerte, no hay mucho tráfico. Pienso “claro, el domingo hay Elecciones y mucha gente habrá decidido no marchar este finde”. Para las 18:30 ya estoy en Potes y aparcado, como todos los años, al lado de la salida-meta y donde tienen montado la recogida de dorsales.

Saco DNI y preparo la Licencia en el móvil y voy a recoger el dorsal. Pongo el DNI y el móvil en el mostrador y le digo a la chica “Dorsal 171”. Me contesta con un “Así da gusto, no tengo que andar buscando por apellidos”. Le digo “Vengo con los deberes hechos de otros años”. Me pregunta de dónde vengo, le digo que de Bilbao a lo que me dice que mis apellidos no son vascos. Le comento que mi familia viene de Málaga, pero que después de la Guerra hubo que buscarse las habichuelas. Le digo que, si alguna vez va de viaje por Málaga, que no deje de visitar Comares (el pueblo de dónde venimos).

Una vez recogido el dorsal, saco la bici del coche y me dirijo al hotel a hacer el check-in. Como otros años, me permiten guardarla en la bodega-almacén del hotel. Me comentan que este año tienen cerrado el Restaurante, solo ofrecen los desayunos y servicio de cafés. Venía yo con la idea de hacerles el gasto de la cena a ellos, ya que el año pasado cené fuera y tuve mala experiencia. Tocará buscar otro sitio.

Subo a la habitación e inspecciono la bolsa del corredor: el dorsal, bridas, geles, polvos isotónicos, calcetines, un bidón, un botellín de agua, y lo más importante, el ticket para la paella de mañana y la papeleta para los sorteos.

Como estamos en abril, todavía es de día a estas alturas del día y hasta las 21h, a diferencia de otros años que para las 20h ya era noche cerrada, así que me doy un paseo por Potes antes de buscar sitio para cenar. Para las 21:30h ya estoy de vuelta en el hotel, cenado y me ha dado tiempo a dar un paseo hasta Camaleño, con unas vistas increíbles de los Picos de Europa al fondo.

ENLACE AL TRACK

A las 7:30 me suena la alarma, aunque ya llevaba despierto un rato antes. Como hasta las 8 no empiezan los desayunos, voy adelantando tarea: preparando los bidones, la ropa, los geles, las barritas. Decido salir de largo arriba (maillot entretiempo) y de corto abajo, la primera hora será fría y luego el descenso final de Piedrasluengas al ser sombrío también… Bajo a desayunar y hay dos personas más en el comedor que van a participar en la marcha, uno de ellos se ha traído el muesli de casa para desayunar, el otro resultaría ser un señor de Orduña que viene a participar por primera vez. Le comento que es la cuarta vez que vengo y que, si no ha rodado nunca por aquí, le va a encantar.

Termino 8:30 de desayunar, subo para la habitación a ultimar los preparativos y a vestirme de ciclista, coger la bici del almacén y al coche a ponerme las zapatillas, el casco, revisar la presión de las ruedas y a calibrar con la aplicación del móvil los cambios del electrónico. Esto lo comento porque ya me pasó en la Bilbao-Bilbao, que se saliera la cadena y no poder volverla a enganchar ni metiendo el plato grande, me tocó bajarme de la bici y volverla a colocar con la mano. Hoy no quiero sorpresas de ningún tipo.

Termino el mantenimiento del cambio electrónico, me pongo las zapatillas, cierro el coche, guardo la llave y como todavía son las 9:10 (quedan 20 minutos para la salida), voy a calentar un poco antes de tomar la salida. Salgo del aparcamiento y primer susto del día, la bici no cambia. Bajo piñones, intento meter plato, nada. Hostias, ¿y ahora? Me paro unos 50 metros más adelante y reviso el cambio. No da señales de vida. Pienso “¿he salido del modo mantenimiento en la aplicación del cambio?”. Saco el móvil, abro la aplicación y veo un botón bien grande “DESCONECTAR”. Le doy y el cambio vuelve a la vida. Justo en este momento me acuerdo de Fernan (Sestao) y una frase que me dijo “larga vida al cambio mecánico”.

Ando un kilómetro y medio en dirección Camaleño antes de dar de la vuelta, mucha gente calentando por la carretera en dirección contraria. Doy la vuelta, vuelvo a la salida a coger sitio y veo que voy a salir muy atrás, luego me daría cuenta de que no estoy tan atrás. Veo unos cuantos maillots “conocidos” como los de la Barakaldesa, pero no conozco a nadie del club así que no me acerco a saludar.

Antes de comenzar la marcha, hubo un homenaje a Ricardo Heras Ruesga, ciclista de Potes que falleció a comienzos de año, este año la organización le ha entregado a modo de homenaje póstumo el Dorsal 1 de la marcha de este año, le hacen entrega del Dorsal enmarcado a la familia de Ricardo, un precioso detalle. Ya son más de las 9:30 cuando suena Thunderstruck por megafonía (se ha convertido en un clásico como tema de inicio de las marchas, comenzamos…

Nada más tomar la primera curva, hay un participante en la marcha que está “grabando recursos” para YouTube, casi se estampa contra los coches que estaban parados en el carril contrario. “Casi grabas tu hostia en directo” le dicen otros participantes entre risas. Otro dice “No le he dado a iniciar el Garmin, ya he perdido 500 metros”. Le digo “Mejor, que así te sale la media más alta, ahora vamos muy despacio”. Risas y charlas para liberar la tensión, que dicho sea es poca. Vengo de hacer la Vuelta a los Tornos el finde anterior y el recorrido de esta marcha me lo conozco de sobra.

Salimos ya de Potes y una chica se pone a mi lado, por el acento parece asturiana. Me pregunta si es mi primera vez a lo cual le digo que no, que es ya la cuarta. Me dice que es su primera marcha cicloturista, y que tiene muchas ganas. Yo en ese momento recordé al Pedro de 2018 cuya mayor ambición era acabar la Bilbao-Bilbao de ese año, su primera cicloturista. Me pregunta si en las marchas se va controlado todo el rato, a lo cual le digo que no, que el tramo neutralizado es solo hasta La Hermida y a partir de ahí, se abre la veda y sálvese quién pueda. Por último, me pregunta si es fácil perderse, le digo que no, que en los cruces siempre habrá voluntarios, algún Guardia Civil o alguien de la organización señalizando los cruces o los puntos peligrosos.

Llegamos al Desfiladero de la Hermida, este año han avanzado algo más en los trabajos de ensanche de la calzada, pero hoy sábado también está la cuadrilla trabajando. Hay tramos ya finalizados, otros que siguen en obras donde hay gente regulando el paso, otros donde en lugar de asfalto hay hormigón…

Pasamos ya toda la parte del Desfiladero y comienza la subida al Collado de la Hoz. Aquí me pasaría la asturiana, ahora comenzaba su terreno, el mío (la subida a Piedrasluengas) vendría más tarde. Esta subida es poco más de 10km, con 2 km de falso llano entre los kms 5 y 7 de la ascensión. La primera parte concentra los tramos más duros, donde nos vamos a los dos dígitos de inclinación en algunos puntos. La temperatura es buena, las vistas, increíbles. Mucha gente animando a nuestro paso por los pueblos.

Coronamos Hoz, tenemos un descenso de 7,5 kms donde podemos ver las vistas y recuperarnos un poco ya que la subida a Ozalba empieza justo al terminar este descenso, pero el Garmin marca que son 6kms, como ya le escuché a alguien durante la marcha “Ozalba ni te enteras, para cuando te quieres dar cuenta ya estás arriba”. Qué razón tenía.

Coincido en la subida a Ozalba con los dos mismos que coincidí antes de terminar Hoz, nos saludamos con un “Otra vez por aquí”. Uno de ellos, era del Club MTB Cervera de Pisuerga, dos compañeros suyos que iban por detrás nos cogieron y medio en broma le vacilaron y se despidieron de él, dejándole atrás. A falta de 500 metros para coronar, después de la última horquilla, hago el comentario “Otros años por aquí siempre me adelantaba el bus escoba”. El chico de Cervera dice que el autobús está por abajo. “Es buena señal entonces, eso es que este año estoy mejor” respondo. 

Coronamos Ozalba y hay avituallamiento líquido, aprovecho a rellenar uno de los bidones y a echarle el isotónico. Mis sensaciones hasta el momento han sido buenas, no lo he pasado mal en ninguna de las subidas. Me veo al nivel de 2023 (venía de estrenar la bici esa misma semana) y por encima de 2022 (ese año fue bastante malo, entre lesiones, Covid y la operación de la boca). Bajamos los casi 6 km hasta Puentenansa y empieza la subida a Piedrasluengas (que realmente no se sube Piedrasluengas sino que te quedas a unos 3 km del mirador, algunos lo llaman la subida a La Cohilla por ser el embalse que queda a mitad de ascensión). 

Son 34km de ascensión, divididas en tres partes. La primera de 16km bastante llevadera, incluso se puede hacer a plato si vas muy cómodo salvo unos 3-4 a partir del kilómetro 5 o así que el Garmin incluso lo dibuja como una subida en la altimetría, después de ahí el plato sí o sí. Me noto juguetón en esta parte, aunque no es plan de gastar balas porque la subida es bastante larga. Luego viene la parte dura, a la par que preciosa, de la subida al Embalse de la Cohilla. Son 4 kms, pero qué 4 kms. A falta de 700m veo al fotógrafo que nos da ánimos, su cara me suena, creo que es el mismo fotógrafo que estaba colocado aquí el año pasado. “Tú estabas aquí el año pasado, ¿verdad?” “Sí, siempre estoy aquí todos los años”. “Es que me sonaba tu cara”. Puedo hablar así que no voy tan jodido, pienso.

Terminamos la parte de La Cohilla y tenemos avituallamiento líquido, me lo quieren dar en marcha el botellín, pero le advierto al chico que voy a parar. Me lo bebo tranquilamente y relleno el bidón, lo que había gastado desde que avituallé. Con eso y el otro bidón todavía sin empezar acabaré de sobras. Veo que el Garmin marca unos 24ºC, pero yo creo que hace menos, el Garmin lo llevo sin funda así que probablemente el que le dé el Sol de lleno haga que marque más de lo que realmente es.

Desde aquí quedan 14kms, que se pueden llegar a hacer eternos, ya que llevamos 20 de subida. Esta primera parte es muy suave antes de que la carretera vuelva a empinarse, de todas formas, ningún km de los restantes superará el 5% a excepción de uno, el cuál promedia al 6,7. Se nota el viento de cola en algunos puntos, pero al ser la carretera con curvas y cambios de dirección en otros momentos se siente de cara. Llegamos al final del tramo cronometrado, a falta de 3 kms para el final, cuando alcanzo a otro participante que veo que ya va muy fastidiado. Me pregunta si queda mucho, no quiero darle falsas esperanzas (decirle que falta menos y que no sea así) así que le soy sincero y le digo que faltan 3kms, pero que no se preocupe que desnivel restante son solo 70m, que se hace muy suave.

Llegamos al Mirador del Jabalí, donde repongo un poco de agua y aprovecho para sacar la foto de rigor de todos los años, con los Picos de Europa al fondo. Hay algunos participantes todavía, otros años llegué cuando ya estaban desmontando todo el tinglado. Desde aquí es todo bajada hasta Potes, salvo el km final donde meten una sorpresa final de 300m al 17%.

Según vamos perdiendo altura y la carretera ya no hace tantas curvas para bajar, y se suceden las largas rectas, se va notando como el aire sopla de cara. Meto todo el desarrollo y me da la sensación de que no avanzo, después vería que he marcado mi mejor tiempo en toda la bajada de Piedrasluengas. Llegamos al kilómetro final, ya está todo el pescado vendido y ya solo queda el repecho final antes de meta. Llegamos, nos dejamos caer y ya estamos en el mismo punto donde horas antes hemos salido.

Recojo el trofeo, un botellín de agua y voy al coche a dejar la bici para poder ducharme en el hotel. En el aparcamiento veo a la chica asturiana, ya vestida de calle, me pregunta qué tal me fue, le dije que bien, y que qué tal ella. Me dijo que muy contenta, que le encantó la marcha y que repetirá, me pregunta si yo haré lo mismo. Es la cuarta vez que vengo, le digo. Buena respuesta me dijo.

Me pregunta dónde está el Restaurante, le digo que la paella la sirven justo debajo de la carpa, ella va a comer y yo a ducharme, el Hotel me deja ducharme como favor pese a que ya son más de las 3 de la tarde y mi habitación ya estaba ocupada por otros huéspedes, pero me dejaron ducharme en otra. Me ducho, me visto de calle y procedo a pagar y a hacer el check-out.

Todavía queda la mejor parte, el degustar la paella y confiar en que me toque algo del sorteo (sortean inscripciones gratis para el año que viene, así como varios productos tales como calcetines, un casco, una chaqueta…). No me toca nada, pero me llevo a cambio una bonita jornada de ciclismo en un lugar increíble. Siempre soy partidario de hacer marchas nuevas y conocer nuevos lugares en lugar de hacer las marchas “de siempre”, pero al final cuando salen las inscripciones de esta marcha termino apuntándome…