sábado, 30 de septiembre de 2023

LEBANIEGA 2023 (Crónica de Pedro Peña)

Esta es mi tercera participación en la Lebaniega Jubilar Bike, tras las ediciones de 2021 y 2022. Al igual que las otras veces, decido viajar a Potes el viernes y hacer noche allí. Me paso la mayor parte del viaje pensando en si tendré suerte para aparcar, ya que la zona de parking principal de Potes precisamente la inhabilitan para montar toda la infraestructura de la marcha (zona de recogida de dorsales, escenario, comedor…). 

Justo esta semana he estrenado bici, he salido un par de días con ella y salvo ajustar un poco la altura del sillín, está prácticamente como la he comprado. Con algunas personas de bttando ya me he cruzado y la han visto de pasada (Alan en el bidegorri paseando con la mujer, Javi y Fernan en bici, Oskar haciendo un Haya)

Ya estoy en Potes y según estoy buscando sitio veo un coche que está saliendo, vaya potra la mía y justo al lado de la zona de recogida de dorsales. Aparco, aviso de que ya he llegado y voy a por la bolsa del corredor. No hay mucha gente recogiendo el dorsal y va rápida la cosa, en menos de 5 minutos ya he salido de allí.


Vuelvo al coche y saco la bicicleta y la maleta, el resto de utensilios (casco, zapatillas, etc) se quedan en el coche hasta mañana. Me dirijo al mismo hotel en el que me quedé el año pasado, ya que me trataron muy bien, me pusieron un desayuno de campeonato y me permitieron guardar la bicicleta en el almacén (es un hotel sin ascensor así que no me importa no poderla subir a la habitación).

Según me ven llegar con la bici en recepción, ya saben que vengo a participar en la Lebaniega. Les comento que ya me alojé allí el año pasado y que repito por lo bien que me trataron. Me ofrecen una habitación tranquila con vistas al río lo cual agradezco, ya que es una calle muy transitada y por la noche suele haber jaleo. Pregunto si podré ducharme después de la marcha y no le ven mayor inconveniente (hay duchas puestas por la organización, pero ya sabemos que el agua caliente escasea al final y más si eres de la cola del pelotón).

Tras dejar la maleta, inspeccionar la bolsa del corredor y lo que trae, decido salir a dar un paseo por Potes y ver dónde cenar. Apenas hora y media después estoy de vuelta en la habitación con el buche lleno, pongo la alarma para las 7:30 y a intentar descansar algo.

** SÁBADO **

El desayuno empieza a las 8, yo llevo un rato despierto así que me pongo a hacer tiempo con el móvil hasta que llegue la hora de desayunar, me visto y bajo al comedor. El mismo hombre que estaba anoche en recepción con la compañera me da los buenos días y me ofrece asiento. Sin preguntar nada, me trae un zumo de naranja y un plato con fruta pelada y troceada. Me pregunta cómo quiero el café y me ofrece un pintxo de tortilla a lo cuál no me niego. No solo eso, sino que al pintxo le acompañaron un sobao, dos rebanadas de pan, tomate triturado y aceite. Pensaba que vendría el pintxo únicamente.



Soy incapaz de terminarme todo el desayuno, subo a la habitación pensando que el pintxo me sobraba por completo. Como tengo tiempo, intento reposar un poco la comida y voy poco a poco preparando los bidones, la ropa y demás. Para las 9:20 ya estoy cambiado y bajo a recepción a pedirles que me abran el almacén para sacar la bici. Ya con ella, voy al coche a por el casco, zapatillas, geles… ya se van viendo corredores con el dorsal en el manillar, hace un día soleado, aunque hace frío de momento, yo me he echado crema porque dan máximas de 30º.

Una vez listo, cierro el coche y guardo la llave y me dispongo a calentar un poco, aunque pendiente de la hora, ya que no quiero despistarme y salir muy atrás (ya la carretera me pondrá en mi sitio).

Tras calentar durante unos 20 minutos (10 ida – 10 vuelta), vuelvo a la parrilla de salida a coger sitio. Tengo el arco justo delante así que no saldré demasiado atrás. 

A las 10 clavadas da comienzo la marcha neutralizada hasta La Hermida (km16 de la marcha), atravesando el Desfiladero y admirando el paisaje. Durante un momento, nos quedamos detenidos dentro del Desfiladero por culpa de una autocaravana con matrícula extranjera que se ha “colado” y no ha visto el cartel de que la carretera estaba cortada de 10 a 10:45 para el paso de la marcha. El coche de la Guardia Civil detiene la marcha y obliga a la autocaravana a hacerse a un lado para que podamos continuar.

Los 16km los hacemos en poco más de 30 minutos y ya comienza la primera de las tres subidas del día: el Collado de Hoz, que une los Valles del Nansa y Liébana. Son unos 10 km de subida divididas en dos partes, una de 5km y tras 2km de falso llano, el resto de la subida. La gente sube muy fuerte, yo busco mi ritmo y les dejo ir, hay paella para todos en meta... A falta de 1 o 2 km para coronar, veo que la furgoneta de asistencia está parada, un participante ha roto la cadena. Una vez arriba el Garmin marca ya 27º, son las 11:30.

Tras un descenso de unos 8km empieza el segundo puerto del día, el Collado de Ozalba. Este son unos 6km a una pendiente constante, no hay falsos llanos ni nada, todo para arriba. A principios de subida, me encuentro con un asturiano y un cántabro (por lo que ponía en sus equipaciones), me preguntan si voy bien y si puedo seguir el ritmo que llevan. Respondo que sí, que sin problema. El cántabro no tiene buena cara y a falta de nada, 1 km o así, le llama la mujer al móvil preguntando qué tal está. Él contesta que no muy bien y que quizá se monte al autobús escoba. Yo le animo a seguir, que el puerto que queda es más largo (son 34km), pero más tendido y no es tan duro como parece.

Coronamos Ozalba, llevamos 40km y queda todavía marcha. Hay un avituallamiento líquido donde aprovecho a recargar los bidones y a echar los isotónicos. Otros 6km de bajada, con cuidado nos advierten, ya que ha habido feria agrícola el día antes y está la carretera “llena de minas”. Bajamos hasta Puentenansa desde donde empieza la subida cronometrada al Puerto de Piedrasluengas, bastante tendidos salvo los 4km del Embalse de la Cohilla. Pasan los kilómetros y voy cogiendo a algunos participantes (al cántabro le ha esperado otro de su club y van los dos juntos).

Ya son más de la 1 de la tarde y veo que el Garmin empieza a subir considerablemente llegando a ponerse en 35º a medida que van pasando los kilómetros y estamos más expuestos. Cuando empiezan los kilómetros duros de la Cohilla un voluntario de la organización me ofrece echarme agua por encima, no me lo pienso y le digo que sí, en un momento me empapé y refresqué entero, se lo agradecí enormemente. Veo a un fotógrafo el cual me dice que quedan 500m para acabar (yo llevaba el track en el Garmin y sabía que quedaban 1,5km).

Llegamos arriba en la Cohilla y hay otro avituallamiento líquido, paro la bici a la sombra para coger agua y sin demorarme mucho, así aprovecho para adelantar a algunos participantes (ya tendrán tiempo para cogerme de nuevo). Sigo restando kilómetros a la subida a Piedrasluengas pero no puedo dejar de mirar el Garmin y que ya marca 39º, por suerte no estoy demasiado mal, de algo ha servido el stage veraniego por Málaga.

Termina el tramo cronometrado y ya empieza a haber sombra, el avituallamiento sólido y líquido está a un par de 2km más adelante. Hace rato que ya tengo metido todo el desarrollo y soy incapaz de mantener una cadencia constante, voy pedaleando despacio. Veo el avituallamiento en el Mirador del Jabalí, me ofrecen agua y un sándwich, pero solo me puedo comer la mitad porque tengo la boca muy seca. Saco una foto de la bici mirando hacia los Picos de Europa y reanudo la marcha. 

Realmente no se sube todo el puerto de Piedrasluengas, sino que a falta de unos 3 km hay un desvío que te baja de nuevo a Potes. Los otros años, una vez llegados a este punto es dejarse caer en mayor o menor medida (hay algunos kilómetros en la bajada que te toca pedalear porque casi siempre te coge viento en contra en esta zona), pero por culpa del calor que sigue haciendo de las suyas en la bajada no lo paso bien. Por suerte, llego por fin a meta donde me dan el trofeo de finisher de la marcha y un par de botellines de agua bien fría. Tan fría que no la puedo beber de golpe y tengo que esperar un poco.

Me dicen si no voy de la misma a comer, a lo cual contesto que voy primero a ducharme porque tengo que dejar libre la habitación, meto la bicicleta de nuevo al coche y voy al hotel. No hay nadie en recepción, así que subo a la habitación donde todavía seguían mis cosas. Me doy una ducha que me supo a gloria, me visto de calle y ya procedo a abandonar y a pagar la habitación. Llevo a buen recaudo el ticket de la paella.

Llego al comedor y veo que ya están recogiendo la paella que ha sobrado. Pregunto si me pueden poner un plato, que todavía no he comido (pasan ya de las 16:30), me buscan un sitio libre y me acercan el plato con la paella, pan y agua a la mesa. En ese momento empieza la entrega de premios (tiempo cronometrado a la ascensión de Piedrasluengas en las distintas categorías -Master30, 40, masculino, femenino…-) y después los distintos sorteos ofrecidos por los patrocinadores. Una vez termino el plato, la misma persona que me llevó el plato a la mesa me pregunta si quiero una corbata de postre y café. “No te voy a decir que no” le respondí. Así que me trajo el postre a la mesa.



Termina la entrega de premios y los sorteos, no me ha tocado nada, aun así, a pesar del calor y de haber acudido sin compañía a la marcha, hemos pasado un bonito día de ciclismo por unos paisajes alucinantes. El año es muy largo y puede pasar de todo, pero si todo va bien probablemente me animaré a volver en 2024, al menos a intentar mejorar los tiempos una vez ya esté ajustada la nueva bici correctamente.