sábado, 27 de mayo de 2023

LA NUEVA IÑIGO CUESTA... 2023!!!! (Crónica de Fernan)

 Tras el cambio de fecha en la marcha de la Cantabrona a domingo y día de la madre, varios miembros del grupo sugieren cancelar la inscripción y optar por apuntarnos a la Iñigo Cuesta 2023.

Llevo años oyendo a la tropa relatar historias de aquella edición en la que sufrieron lluvia, mucho frio y duchas dignas de campos de concentración. Pese a ello, yo tambien decido apuntarme.

Para el gran día estaremos en lista Alan, Iván, Txema, Gorka, Oskar, Pedro y yo. Echaremos en falta la participación de Guipu que este año opta por ir al Santuario de Urkiola y la de Natxo, como el propio Oskar me confirmaría durante la propia marcha.

Está siendo un año irónico, donde se mezclan dias soleados con lluviosos que crea incertidumbre cada semana. Como no podía ser de otra manera, para el día de la marcha los pronósticos tampoco son buenos y amenaza lluvia. Paso el parte meteorológico por el grupo de WhatsApp creado para la ocasión y no tarda Alan en llamarme “agonías”. Me conoce bien, con que haya una nube en el horizonte de un centímetro cuadrado ya me pongo nervioso. Oskar anima el grupo poniendo las crónicas del blog de años anteriores.

Por suerte durante la semana el pronóstico va mejorando y parece dar luz verde. 

Este año, a diferencia de los anteriores, la marcha comienza y termina en Espinosa de los Monteros en vez de Villarcayo. Los primeros 64 kms serán prácticamente neutralizados en llano, salvo dos cortas subidas, y con la bajada de la Matanela, casi en su totalidad en grupo. Tras un reagrupamiento en Vega de Pas vendrán seguidos Braguia, Caracol, Lunada y Picón Blanco por la Sía, sumando entre todos 3250 metros de desnivel para 140 kms finales.

ENLACE AL TRACK

A Espinosa llegamos casi al mismo tiempo Pedro y yo, hace frio, 12º y nos dirigimos a recoger el maillot, de obligado uso, y el dorsal. Al volver al coche nos encontramos con Gorka y Txema, acaban de llegar. Recogen su dorsal y vamos a tomar un café, falta más de una hora para la salida. De camino al bar más cercano pasan Oskar, Alan e Iván juntos en coche, al parecer habían confundido el polideportivo con otro del pueblo. Irán a cambiarse y nos veremos en la salida.

 

Volvemos a los coches para vestirnos de gala. Nos vestimos rapido, difícil decisión con la ropa, hace frio pero parece que empieza a remontar el día, al final decido ir cual cebolla, a capas, y quizá pasar un poco de frio al principio. Llegamos a la salida donde ya nos esperan el resto para la protocolaria foto de grupo.

 

 

Arrancamos pasadas las 8:30, enseguida pierdo de vista a Alan, seguro que irá delante azuzando al coche de carrera para que de gas. Todo el llaneo lo hacemos en grupo, voy alternando con los compañeros, los kilómetros pasan solos y hacemos media de 30 sin apenas esfuerzo bien arropados. Llegan las primeras tachuelas, el plan es guardar lo máximo posible, después vendrá lo duro. Gorka y Txema ya se han ido para adelante, son los jefes del grupo. Subiendo a la Matanela, Iván y yo vamos haciendo cálculos de los kilómetros restantes. En cuanto coronamos Iván se lanza hacia abajo y yo hago alarde de mi conocida fama de mal bajador, más miedo que poca habilidad. No tarda en cogerme Oskar, le comento que hace mucho viento lateral y se ríe. En una edición anterior tuvieron que poner las bicis prácticamente inclinadas para conseguir ir recto. En un par de curvas ya no le veo.

Tras acabar la bajada se llega al avituallamiento y reagrupamiento. Allí están ya todos salvo Pedro y yo. Agua, Aquarius, bollos, sándwiches, barquillos, fruta… muy bien montado. Acompaña a Alan su compi de curro, Sergio, un fuera de serie que tras hacer 8h el sábado pasado en el Soplao se embarca en esta marcha para ir como un cohete. ¿Genética? ¿Constancia? ¿Entrenamiento? ¿Nosotros somos unos paquetes? Seguramente una mezcla de todo.

 



Justo antes de reemprenderse la marcha llega Pedro, recarga de agua, comida y nos disponemos a salir. Ultima vez que veré a Alan y Txema, ya contaba con ello.

Subo la Braguía fiel al plan, guardando, si queda fuelle ya se podrá gastar en la Sía, me cruzo con Oskar y sigo adelante. 6 kms llevaderos a un desnivel casi constante del 6%. En la bajada, como no, vuelve a pasarme Oskar con un divertido “fiuuuuuuuu”. 

Siguiente puerto, Caracol, engañoso, 10kms con varios tramos al 10% que hacen mella, el calor ya empieza a apretar y veo que el Garmin marca 28º, no contábamos con ello. Piano piano, fiel al plan, vuelvo a cruzarme con Oskar, me dice que ya no volveremos a vernos más y que tiene idea de hacer la ruta “corta” sin Picón Blanco. Le sugiero que lo intente pero me dice que lo tiene claro. Más tarde en la comida me entero que ha tenido problemas serios esta semana con el tendón de Aquiles y prácticamente estar en la marcha ya me parece una heroicidad.

Arriba del puerto hay avituallamiento, sin agua. Como siempre en estas marchas los voluntarios son de 10 pero desde la organización no tener agua suficiente es un grave error. Supongo que nadie esperaba este calor, pero aun asi, no hay excusa. Al menos queda Aquarius. En el suelo me encuentro a Iván, sin zapatillas, al parecer le están molestando y cada pedalada se le hace un sufrimiento. Se recompone y se lanza para abajo. Yo relleno el bidón y voy detrás, con mi arte del descenso me pasarían como 100 participantes. 

Arranca Lunada, precioso puerto de 14 kilómetros que me conozco bien y que me encanta. Aunque me gustaba más con las piernas del año pasado y a poder ser más fresquito, pero todo no puede ser, aquí ya estamos a 32º. La idea es seguir el plan y guardar, pero disfruto tanto del puerto que decido poner un punto más. Voy pasando participantes, realmente los gallos ya están muy por delante asi que es gente de mi nivel. 

Al de pocos kilómetros me sorprendo al encontrarme a Gorka, ¿es él? no puede ser. Uno de los jefes, de los que solo ves su rueda cada fin de semana, con suerte. No se encuentra bien, no son calambres ni fatiga. Solo una vez el año pasado le vi parecido y al día siguiente cayó enfermo, se conoce bien y parece que hoy no es su día, una lástima. Hará Lunada y bajará a Espinosa. Me insiste en que vaya hacia adelante y que Iván no anda lejos. A 4kms de coronar le cojo, las zapatillas le están dando guerra y no va a gusto, hacemos el final del puerto juntos. La compañía de Iván siempre es un plus, sabes que te vas a reír no sin dejar de apretar. Llegamos a Lunada antes del tiempo de corte. Me comenta que tiene una ligera molestia, le ofrezco el magnesio que llevo, a mí siempre me ha venido bien. Cogemos agua, foto de rigor y para abajo.

 

La carretera de Lunada la conocemos, rota pero conocida, por supuesto Iván enfila la bajada y yo bajo a mi ritmo intentando coger las zonas menos estropeadas. 

Pasadas las Machorras se gira a la izquierda para subir la Sía en dirección a Picón Blanco. Una vez hago el giro, desde la organización me dicen que el corte ya ha pasado y que vaya a Espinosa. Les comento que el corte era en Lunada y de todas formas no me importa ir fuera de carrera, subo igualmente. Tras de mí, docenas de corredores hacen lo mismo. Esta vertiente de la Sía tiene 7 kilómetros con un 6-7% constante, he subido varias veces, aquí ya no guardo nada, voy justo, pero sé que lo que queda. Cojo a Iván que sigue a su ritmo y vamos subiendo, un guardia civil motorizado nos da charleta en la subida, según él todo llano. 

Ya en Picón, dos zonas separadas por una pequeña bajada, cada zona de un 12%-13% constante, con las fuerzas muy justas, pero subo. Arriba del Picón hay un pequeño avituallamiento, aprovecho a beber algo y esperar a Iván que llega justo detrás. Ya solo queda la bajada de Picón, con precaución por el desnivel, pero con ganas de llegar a meta. Le digo a Iván que se adelante y ya nos veremos. Enfilo la bajada, hago destreza de mis dotes de descenso y cuál es mi sorpresa que cuando llego abajo está en la curva Iván, “vamos a entrar juntos en meta” y entramos sonrientes con el trabajo hecho, un detallazo.

Nos dirigimos a los coches para coger la ropa y pegarnos una ducha. Txema se encuentra ahí tambien y vamos juntos mientras Gorka acaba de guardar las bicis. Me comenta que se encuentra bien pero hoy no era el día, de nuevo una lástima. Justo en ese momento aparece Pedro, parece que le han caído unas gotas y ha preferido bajar desde Lunada directo a Espinosa.

Ducha, fría, y para la comida. Allí ya están Alan, Oskar e Iván.

 

Buenas raciones de arroz, dulces, refrescos, cerveza… Contando las anécdotas del día. Me cuenta Oskar que su problema en el tendón de Aquiles le produjo calambres en Lunada y tuvo que poner pie a tierra. Hay que decir que estos chicos son de hierro, no ha sido su día, pero no han perdido la sonrisa y escuchan nuestras tonterías. Alan y Txema nos ponen al día de sus marchas, juegan en otra liga. Parece que al final, cada uno en su nivel, pero todos hemos sufrido.

No podemos irnos sin una foto con Iñigo Cuesta (17 Vueltas a España consecutivas, 1 Itzulia, 1 etapa de la Dauphiné…) muy amable e interesado por cómo nos había ido y que nos parecía el nuevo recorrido. “Quizás alguna subida más” entre risas.

 Antes de acabar el día, café en la plaza de Espinosa donde Txema nos hizo una demostración de su memoria eidética para recordar la consumición de cada uno, risas, anécdotas y vuelta para casa. 

Un día para recordar!!!!